Pero Cristo, como Hijo, está a cargo de toda la casa de Dios; y nosotros somos la casa de Dios si nos armamos de valor y permanecemos confiados en nuestra esperanza en Cristo. Hebreos. 3:6
En varias ocasiones el apóstol utiliza la metáfora o figura de una casa o edificio, para referirse a nuestras vidas (¡la cual casa somos nosotros!) En el antiguo testamento descubrimos la intención de Dios de habitar en medio de su pueblo terrenal (Israel). Él no quiso permanecer oculto en alguna parte de las galaxias, o permanecer escondido en algún rincón de la creación ¡Él quiso darse a conocer!
El pidió y dio instrucciones de como construirle la casa según Ex. 25:8 Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos; Me harán una casa, un lugar donde yo habite.
Su presencia se hizo visible de día en una nube y de noche en una columna de fuego, figuras del Espíritu Santo; y cada material: oro, plata, maderas, telas, cuerdas, pinturas, y cada detalle en la construcción tenían como propósito final, mostrarnos a Jesús, como declaró un autor acerca del tabernáculo, ¡Un retrato de Cristo y su obra! ¡Hoy! El no habita en templos hechos por manos humanas, lo hace en aquellos que han creído, hijos e hijas de Dios.
Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. Efesios 2:20
Este pasaje nos dice que estamos siendo edificados, (lo hace por medio de su Palabra y el Espíritu Santo) como individuos y en forma corporativa, como iglesia. ¿con qué fin? ¡que Cristo habite! “… para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor.” Ef. 3:17. En otras palabras que Él tome el control en cada área de nuestra vida, para que Cristo nuestra vida ¡se manifieste! Mi oración en este día es que seamos sensibles a la voz de Dios, Que el Señor tome su lugar en cada área de nuestra ser, entendiendo que no es solo un visitante, ¡somos su casa! Que habite Cristo; somos la parte habitable de su tierra, sus delicias y su gozo Prov. 8:31.