“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” Filipenses 4:19.
Esta expresión antecede a una maravillosa promesa contenida dentro de las escrituras, hecha específicamente a la iglesia que se reunía en la ciudad de Filipos, y para todos aquellos quienes aprendieron a darse al Señor y desarrollar un espíritu de generosidad que desata la gracia de dar, como el ejemplo de aquella congregación en 2 Corintios 8:3-5 “Doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas; se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios.” Es a ellos que les escribe diciendo Filipenses 4:19.
En la expresión Mi Dios, el apóstol usa un adjetivo posesivo ¡MI! Dios; lo hace como alguien que tiene conocimiento de Dios, que ha probado y comprobado sus atributos, capacidad de obrar, habilidad de dar y hacer. Cuando él declara Mi Dios lo hace con una profunda convicción de quién es Él. Él posee riquezas en Cristo Jesús y es conforme a esas riquezas que suplirá lo que nos falta en cada área de nuestras vidas; no te olvides que Él entregó a su hijo por todos nosotros, como no nos dará también con él todas las cosas.
Cuando importante es conocer a Dios nuestro Padre, en esto debemos crecer, ¡en conocerle! Colosenses 1:10. Crezcamos en el conocimiento de Dios, el que todo lo sabe, que todo lo puede y siempre está presente. Su amor, su misericordia, su gracia; no podemos verle, pero es real y se hace evidente a través de hechos tangibles, ¡Él es nuestro Dios y Padre!. El salmista David conoció a nuestro Dios como el gran pastor de las ovejas y declaró “Jehová es mi Pastor, nada me faltará…” Salmos 23:1. ¿Qué nos falta que Él no pueda darnos? ¡Él lo suplirá todo!
¡Dios te bendiga!